Querido Emilio : Le pregunté a una colega por ti hace dos días y la noticia de tu desaparición me abruma desde entonces. ¿Se ha ido el compañero generoso que se pasó un curso entero prestando sus apuntes salmantinos a este granadino indocumentado? ¿El amigo con el que Inma y yo nos tomamos las primeras copas de casados? ¿El de desbordante trayectoria que siempre tenía un ratito para charlar cuando yo lo llamaba? No me lo puedo creer. Sí ya se que a finales de febrero me escribiste diciendo que estabas luchando contra un cáncer de pulmón y que en cuanto salieras del hospital retomaríamos el contacto. Pero fui tan increíblemente irresponsable como para tomarmelo al pie de la letra y no ir corriendo a Madrid a darte un abrazo. Me ahogo en el dolor de no haberlo hecho, mientras me retumban los versos de Rafael Guillén: “Siempre llegamos a destiempo cada llegada es un fracaso”. Perdoname, viejo amigo
Ideas y divagaciones de Agustín Ruiz Robledo.